El líder supremo de la Revolución iraní, ayatolá Alí Jameneí, instó a las milicias de voluntarios islámicos "Basij" a combatir lo que denominó "la campaña occidental de descrédito a Irán".
En un acto multitudinario en la ciudad santa de Qom, a unos 130 kilómetros al sur de Teherán, la máxima autoridad del régimen iraní aseguró que esa estrategia "demuestra el fracaso y la debilidad del enemigo frente al progreso de la nación y del Gobierno de Irán en diferentes campos".
"Hoy en día, presentar una imagen falsa de la realidad de Irán es una de las principales tácticas en la agenda del enemigo dentro de su guerra blanda", afirmó Jameneí.
"Los enemigos han emprendido una campaña de propaganda que trata de mostrar que el país está sumido en una atmósfera de desesperanza y parálisis económica, mientras que en realidad es al contrario", agregó.
Jameneí, cuyo poder es omnímodo, inició esta semana un recorrido por la ciudad santa de Qom, cuna clerical del chiísmo iraní, que según los expertos en la zona trata de acallar las críticas de algunos grandes ayatolá sobre la inestable situación que atraviesa el país.
Desde junio de 2009, fecha en la que el presidente Mahmud Ahmadineyad fue reelegido entre manifestaciones multitudinarias de protesta y denuncias de fraude por parte de la oposición, Irán está sumido en la peor crisis política y social desde que en 1979 fuera derrocada la monarquía Pahleví.
En la violenta represión de las protestas desempeñó un papel crucial la milicia "Basij", cuerpo de voluntarios civiles creado en los albores de la Revolución Islámica para propalar y apuntalar la ideología del nuevo régimen.
Durante las manifestaciones, el régimen iraní acusó a Occidente, y en particular a Estados Unidos y el Reino Unido, de conspirar con la oposición para derrocar el actual sistema a través de lo que denominó una "revolución de terciopelo" o "guerra blanda".
A la tensión social y a la división política, se ha unido en los últimos meses una preocupante incertidumbre sobre la economía de Irán, sometido a una nueva ronda de sanciones internacionales por las sospechas bélicas que genera su programa nuclear civil.
En noviembre de 2009, y también ante un nutrido grupos de basij, Jameneí ya les advirtió que una de sus prioridades debía ser "adoptar las medidas apropiadas para hacer frente a la guerra blanda iniciada por el enemigo para crear dudas, discordia y pesimismo entre del pueblo". EFE
En un acto multitudinario en la ciudad santa de Qom, a unos 130 kilómetros al sur de Teherán, la máxima autoridad del régimen iraní aseguró que esa estrategia "demuestra el fracaso y la debilidad del enemigo frente al progreso de la nación y del Gobierno de Irán en diferentes campos".
"Hoy en día, presentar una imagen falsa de la realidad de Irán es una de las principales tácticas en la agenda del enemigo dentro de su guerra blanda", afirmó Jameneí.
"Los enemigos han emprendido una campaña de propaganda que trata de mostrar que el país está sumido en una atmósfera de desesperanza y parálisis económica, mientras que en realidad es al contrario", agregó.
Jameneí, cuyo poder es omnímodo, inició esta semana un recorrido por la ciudad santa de Qom, cuna clerical del chiísmo iraní, que según los expertos en la zona trata de acallar las críticas de algunos grandes ayatolá sobre la inestable situación que atraviesa el país.
Desde junio de 2009, fecha en la que el presidente Mahmud Ahmadineyad fue reelegido entre manifestaciones multitudinarias de protesta y denuncias de fraude por parte de la oposición, Irán está sumido en la peor crisis política y social desde que en 1979 fuera derrocada la monarquía Pahleví.
En la violenta represión de las protestas desempeñó un papel crucial la milicia "Basij", cuerpo de voluntarios civiles creado en los albores de la Revolución Islámica para propalar y apuntalar la ideología del nuevo régimen.
Durante las manifestaciones, el régimen iraní acusó a Occidente, y en particular a Estados Unidos y el Reino Unido, de conspirar con la oposición para derrocar el actual sistema a través de lo que denominó una "revolución de terciopelo" o "guerra blanda".
A la tensión social y a la división política, se ha unido en los últimos meses una preocupante incertidumbre sobre la economía de Irán, sometido a una nueva ronda de sanciones internacionales por las sospechas bélicas que genera su programa nuclear civil.
En noviembre de 2009, y también ante un nutrido grupos de basij, Jameneí ya les advirtió que una de sus prioridades debía ser "adoptar las medidas apropiadas para hacer frente a la guerra blanda iniciada por el enemigo para crear dudas, discordia y pesimismo entre del pueblo". EFE
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