sábado, 18 de diciembre de 2010

Mundo árabe: ¿pelear o huir?

Mundo árabe: ¿pelear o huir?
Autor: Por Jonathan Spyer
La revelación de que los sauditas han tratado de crear una opción militar para las fuerzas anti iraníes en el Líbano es el último detalle que cae en la categoría de “sorpresas no sorprendentes” revelada por los cables de Wikileaks. Esto no pretende ser una expresión de decepción. La confirmación de una sospecha es una de las experiencias más agradables que pueda tener un investigador.
Desafortunadamente, los problemas que subyacen al pedido del canciller saudita y el desaire del embajador de Estados Unidos no han desaparecido. Los mismos mecanismos funcionan hoy en el Líbano. Los acontecimientos dominantes siguen beneficiando a Irán y sus aliados.
Por un lado, la solicitud del canciller Saud al-Faisal para crear una fuerza capaz de resistir a Hizbollah suena a algo de obvio sentido común. El pedido se hizo en un momento en que Hizbollah se dedicaba a completar un período de 18 meses de rebelión contra el Gobierno electo en el Líbano apoyado por Arabia Saudita y Estados Unidos. Hizbollah y sus aliados lanzaron algo parecido a un golpe de Estado contra las autoridades, derrotando la débil resistencia y tomando el control de Beirut Occidental.
El Líbano estaba al borde de la guerra civil. Era evidente que todo el proyecto de Hizbollah y el intento de construir un Líbano independiente y soberano se enfrenta al intento armado de Irán y Siria para destruirlo por medio del uso de una fuerza militar de vasallos. Las Fuerzas Armadas Libanesas, divididas en líneas sectarias y con un numeroso elemento de chiítas, eran inútiles como un instrumento para defender la soberanía del Estado. Ellas se habrían dividido y habrían dejado de existir si se le hubiera pedido luchar contra Hizbollah, y hubieran sido derrotadas en el improbable caso si hubieran tratado de hacerlo. En tales circunstancias, las dos duras opciones para los garantes internacionales del “14 de Marzo” del Gobierno eran: pelear o rendirse.
Pero en un examen atento, Faisal al-Saud no estaba exactamente proponiendo lo primero en esta reunión. Los sauditas, siendo sauditas, no se comprometen a participar en ninguna lucha, ellos mismo.
Por el contrario, Saud le propuso en 2008 al embajador americano en Irak, David Satterfield, la creación de una fuerza árabe, compuesto por tropas de países árabes, sin nombrarlos, bajo los auspicios de la ONU y con el respaldo de Estados Unidos, UNIFIL y la OTAN, para destruir a Hizbollah.
En sus detalles, la propuesta de Arabia Saudita suena algo alucinante, y uno puede entender la cauta respuesta de Satterfield con su promesa de que Obama estudiaría cuidadosamente cualquier decisión árabe al respecto. A los sauditas, generalmente, les gusta que los americanos pelen por ellos, y la propuesta suena a un ejemplo de eso. Habría habido poco apoyo en los Estados Unidos, en 2008, a un enredo mayor de las fuerzas americanas en un país de Oriente Medio.
La razón por la cual estamos averiguando sobre esta propuesta dos años más tarde es porque nada ocurrió posteriormente. Hubo una decisión árabe después del golpe de Hizbollah de mayo de 2008, pero no fue en favor de una defensa del Gobierno libanés.
Por el contrario, los saudítas, que tantearon a sus aliados estadounidenses y los encontraron renuentes, concluyeron que desde que la lucha no era una opción, el único camino que quedaba era el acomodamiento.
De ahí, las concesiones que hicieron más tarde los clientes sauditas del “14 de Marzo” en las negociaciones de Doha, incluyendo la cesión de poder de veto a Hizbollah sobre las decisiones del Gobierno. Mientras que el talento de los sauditas como organizadores parecen modestos ante este caso, la claridad de su análisis es, una vez más, impresionante.
Saud señaló correctamente que Irán estaba avanzando en una serie de “frentes regionales”, refiriéndose a Irak y los palestinos como los otros dos. Señaló, también con razón, que una victoria de Hizbollah implicaría una “toma de posesión iraní” del Líbano.
Esto nos lleva a las lecciones para lo que sucede hoy en día. Acomodamiento en realidad significa sumisión. La respuesta de los sauditas a la falta de voluntad americana para apoyar al Gobierno electo del Líbano fue la de buscar un acercamiento con Siria, y formalizar un aparato para estatal de Hizbollah en el Líbano y su condición de organización supra gubernamental.
El resultado ha sido que el avance de Irán hasta ese momento se formalizó cada vez más como un tipo de decoración.
El siguiente episodio en este proceso puede estar dentro de poco sobre nosotros. Hizbollah amenaza con renovar la guerra civil si sus miembros son acusados por el Tribunal Especial sobre el Líbano por el asesinato del ex primer ministro Rafik Hariri.
Los sauditas están hablando una vez más con los sirios para encontrar la manera de “contener“ el impacto de las acusaciones. Esto es, en efecto, lo que parecen estar tratando de refinar el próximo acto de rendición.
Está claro que incluso si los miembros de Hizbollah son acusados, ningún mecanismo existe para detenerlos. Las amenazas de Hizbollah e Irán, en las últimas semanas, están destinadas a disuadir a sus opositores nacionales y regionales de siquiera pensar en tratar de poner en práctica cualquier decisión del tribunal. Y estas amenazas parecen haber funcionado. Así que la reunión entre Satterfield y el ministro de Asuntos Exteriores saudita representa una instantánea en un proceso más amplio que está en marcha en la región durante la última década.
Es una visión fascinante sobre la profundidad de los temores de Arabia Saudita, y la comprensión sutil de las relaciones de poder sobre lo que Riad es capaz.
Por desgracia, las autocracias árabes son incapaces de mantener los límites de su sistema por sí mismos, y esta es la razón por la que los iraníes han penetrado con éxito este sistema en varios de sus puntos más débiles.
Saud al-Faisal, después de haber identificado correctamente el problema, sólo podía pedirles a los estadounidenses que conduzcan para hacerle frente. Con la solicitud en letra muerta, la Casa de Saud ha tratado de acomodarse a los nuevos hombres fuertes, cediéndoles su punto de avance actual.
Pero en el largo plazo, esto tampoco funcionará. Los iraníes y sus amigos tienen ambiciones que no pueden ser acomodadas.
Así que en el largo plazo, estaremos de nuevo para luchar o huir. Evidentemente, no hay una tercera vía

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