sábado, 25 de diciembre de 2010

Navidad sin cruces en Belén

Navidad sin cruces en Belén
Esta Navidad las cruces han sido prohibidas en los suvenires para los turistas y peregrinos en Tierra Santa. Algunos talleres textiles en Jerusalén y en Hebrón estamparon y vendieron remeras con la imagen de la Iglesia de la Natividad de Belén sin las cruces. A raíz del aumento del fundamentalismo islámico en los territorios palestinos, la cruz fue quitada también de las camisetas de los equipos de futbol.
De cualquier manera, las celebraciones dejaron la triste situación a un lado, y el Patriarca Latino de Jerusalén, Fuad Twal, fue recibido por una multitud en la cuna del cristianismo, antes de la Misa del Gallo junto a la Gruta de la Natividad, donde se sitúa el nacimiento de Jesús.
En medio de cánticos religiosos, plegarias y villancicos, Twal llegó a la Plaza del Pesebre y fue recibido, como es tradición, por representantes de las distintas órdenes católicas y notables de la ciudad.
En la Plaza más famosa de la cristiandad se dieron cita miles de peregrinos de todo el mundo y palestinos, tanto cristianos como musulmanes, que acudieron a presenciar una de las ceremonias más llamativas del año en Belén, donde viven unas 25.000 personas.
"Me siento muy feliz porque uno viene a estar directamente en el sitio donde fue la Natividad. Se siente uno como caminando sobre su historia religiosa", dice Inés Morales, de la ciudad colombiana de Cali, en su primera Navidad en Belén, pese a que se trata de su tercera estancia en Tierra Santa.
En comparación con Navidades anteriores, la masiva presencia de peregrinos este año aporta a las celebraciones navideñas una nota especial.
"¡Belén significa tanto para nosotros, los católicos!", explica el peregrino francés Bertrand Lacroix. "Es el principio de aquello que nos convierte en lo que somos. Es muy emocionante", agrega.
Según estadísticas del Ministerio de Turismo de la Autoridad Palestina (AP), hasta 100.000 turistas de desplazarán a la ciudad en el período que se extiende desde la Navidad católica hasta la armenia, el próximo 18 de enero, una afluencia que batiría todos los récords.
Se respiraba un aire de celebración en esta localidad palestina, situada a tan sólo ocho kilómetros de Jerusalén y separada de ella por el muro de hormigón que Israel tuvo que levantar en 2003 para defender a su población de los ataques terroristas suicidas.
Globos de colores, niños disfrazados de Papá Noel, nacimientos en madera de olivo de Belén en los comercios, y un majestuoso árbol de Navidad junto a la Basílica de la Natividad daban una nota de color a la jornada en la que la localidad se convierte en el centro del mundo cristiano.
También destacaba en la plaza un escenario ya preparado para las actuaciones musicales esta noche y que tenía como cartel de fondo la famosa estrella de catorce puntas que marca el lugar del nacimiento de Jesús.
Familiares de terroristas palestinos presos en cárceles israelíes usaron la ocasión para pedir su liberación con fotos de los reclusos y carteles en español, inglés y francés, en una concentración que recibió el respaldo de una veintena de activistas internacionales.
El bullicio generalizado era "amenizado" de tanto en tanto por el paso de algún vendedor de café que hacía sonar rítmicamente sus tazas metálicas para llamar la atención de posibles clientes.
"Es muy agradable ver tanta gente junta celebrando en la ciudad de Jesucristo, que es mi ciudad", afirma Marwán, un joven palestino cristiano que asistía a las efemérides acompañado de su primo y dos amigas.
Desde los balcones decenas de personas presenciaban el desfile de boy-scouts y una treintena de bandas musicales de toda Cisjordania se dirigía a la plaza para recibir a Twal.
Máxima autoridad eclesiástica católica en Tierra Santa, Monseñor Twal culminó la ceremonia con su tradicional inclinación al entrar en la Basílica, cuya puerta de acceso tiene poco más de un metro de altura y obliga a una señal de respeto hacia uno de los dos lugares más sagrados del cristianismo, junto con el Santo Sepulcro de Jerusalén, donde se sitúa la crucifixión y resurrección de Jesús.
El Patriarca almorzó con los franciscanos -custodios del lugar- y recibió a los dirigentes de las distintas iglesias, para luego oficiar la Misa del Gallo en la Iglesia de Santa Catalina, adyacente a la Basílica que se emplaza sobre la conocida como Gruta de la Natividad.
En el servicio religioso es tradición que participe el presidente palestino, Mahmud Abás, así como representantes diplomáticos de las potencias europeas custodios de Tierra Santa: España, Italia, Bélgica y Francia.
Uno de los momentos más emotivos de la solemne misa es aquel cuando el obispo conduce una imagen del niño Jesús confeccionada por artesanos de Barcelona desde la iglesia franciscana hasta la Gruta de la Natividad y la deposita sobre la estrella de Belén. EFE y Aurora

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