domingo, 31 de octubre de 2010

LA PROXIMA DISPERSION SERA DESASTROSA

La próxima dispersión será desastrosa
Autor: Samuel Auerbach Natania
Esta es la historia de un joven judío que nació y se crió en una pequeña ciudad. Esa pequeña ciudad albergaba gran cantidad de colectividades extranjeras bien organizadas, entre ellas, la judía. En los años '30, el antisemitismo evidente en las esferas gubernamentales, en publicaciones y en no pocas instituciones públicas, despertaba segregación y odio hacia los judíos en el resto de la población, incluyendo a la de esa pequeña ciudad. Las repetidas burlas de los chicos del barrio, “Rusito”, “Semillita”, “Judío” y otros apodos en tono despectivo, influyeron de forma tan perjudicial en la personalidad de este sensible niño, que lograron crear en él un sentimiento de vergüenza por su misma persona. Siempre trataba de ocultar su condición de judío. Cuando tenía que dirigirse caminando hacia la escuela judía, lo hacía escondiendo el libro de lectura debajo del pullover; y cuando le enviaban al almacén judío a comprar algún alimento, ansiaba que la dueña no envolviera la compra con hojas del periódico escrito en idioma idish.

El servicio militar obligatorio, no hizo nada para devolver normalidad a ese joven que aún cargaba con el trauma de su niñez. Allí siguió siendo “el ruso”, “el judío”.
Más tarde logró controlar en parte ese complejo, gracias a su natural madurez y no por un debilitamiento del antisemitismo en el país. Al contrario, el desprecio al judío siguió creciendo debido al enriquecido alimento con gusto a nazi, que el Gobierno ingirió durante la Segunda Guerra Mundial.
A tal punto influyó en este joven el antisemitismo, que nada de lo que el país le ofrecía como ciudadano, lo sentía suyo. Se veía extraño en su propia tierra. Cuando tenía que votar, lo hacía siempre a favor del candidato menos antisemita, aunque no era justamente la persona que convenía al país. Si bien le importaba y quería a su patria natal, no podía dejar de preocuparle la seguridad de su familia y del resto de la colectividad judía a la cual pertenecía Ese joven, ya profesional, sintió claro el antisemitismo dentro del ambiente sindical donde le tocó actuar. Fue muy estimado en esos círculos gentiles, porque lo consideraban un “judío distinto, no como los otros”. Expresión típica antisemita con pretensión de alabanza que lo asqueaba.
Un hecho importante que luego influyó en el rumbo que su vida habría de tomar, lo constituyó su casual presencia en un acto público que una institución de la colectividad organizó. En cierto momento, se hizo presente en el escenario un señor uniformado. Un fuerte golpe emocional sacudió al joven, cuando el moderador presentó a ese señor como un general del Ejército del Estado de Israel que estaba en visita oficial. Imposible lo que veía: ¡un general judío! No podía creer que tenía frente a él, un judío que portaba un arma que podía matar en su defensa, o la de un pariente, o la de un amigo. Un choque frontal contra su habitual concepción del judío que la historia de las diásporas le había creado.
Cansado de sentirse un argentino distinto entre gentiles, decidió cambiar de escenario. Buscó acercarse al ambiente judío de su ciudad. Con rapidez se sintió muy feliz en ese nuevo entorno en el que todos eran como él. Al poco tiempo, comenzó a colaborar con ferviente entusiasmo en sus instituciones sionistas. No pasó mucho tiempo cuando, repentinamente, un sentimiento nuevo brotó en su pecho. Si una reducida colectividad judía lo hacia tan feliz, por qué no vivir en Israel, ese lugar donde los judíos son mayoría, en donde los judíos gobiernan y tiene un ejército que los defiende. Un lugar en donde podrá, al fin, sentirse parte de su ciudadanía. Un lugar en donde sus hijos no serán distintos como lo fue su padre. Y allí se fue con su familia, y desde allí escribe a los amigos judíos que dejó: “El Occidente está amenazado por el masivo e impune avance del fundamentalismo islámico. Avanza con rapidez y facilidad, debido a la apatía del mundo libre, que parece no tomar conciencia que su intención es islamizarlo aniquilando su civilización, según los dictados de Alá escritos en el Corán. Las primeras víctimas serán los judíos, como siempre lo fueron. El antisemitismo en Europa recrudeció porque ya esta invadida. En América el Islam tiene sus baluartes y puestos de avanzada. El único lugar donde el judío puede vivir dentro de una democracia como hay pocas y en el que no es molestado por el solo hecho de serlo, es en ese Estado del Medio Oriente llamado Israel. Roguemos todos por la continuidad existencial de este pequeño país, porque sin él, si nuevamente todos los judíos llegan a dispersarse como lo hicieron hace 2.000 años, esta vez el futuro que le aguarda al judaísmo será desastroso”.

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